Las aceitunas no son sólo el aperitivo por excelencia de los españoles sino que, además, lo son por derecho propio. No sólo por sus propiedades o por su sabor. También porque llevan con nosotros toda la vida. Y no sólo nos referimos a la expresión. Estamos hablando de miles y miles de años.
Sabíamos que las olivas han formado parte de la dieta mediterránea desde mucho antes de que esta se conociera como tal. Así os lo contábamos recientemente en un post sobre la historia de las aceitunas, en el que hablábamos de investigaciones que situaban los restos más antiguos en España en el Neolítico. Pues bien, ahora nuevos estudios demuestran la existencia de aceitunas como alimento mucho antes de lo que se pensaba.
El equipo de investigación de la Cueva del Ángel, en Lucena (Córdoba), realiza ahora balance de los restos óseos encontrados el pasado verano en la sima de la sierra de Aras, incluidos otros restos relacionados con el uso de la cueva por los homínidos. Entre estos últimos, se han encontrado pruebas que datan el consumo de aceitunas en España en el Paleolítico.
En concreto, se ha descubierto la relación de cuatro especies vegetales con los usuarios de la cueva. Y uno de los hallazgos que más ha sorprendido a los investigadores es el almacenamiento de aceitunas procedentes de olivos silvestres para su consumo posterior. Se trata, por tanto, del uso más antiguo que se conoce hasta el momento del olivo y de su fruto.
Esta noticia nos ayuda a situar el origen de la oliva como parte de la alimentación de los españoles y, además, nos permite fijar un punto de arranque en la elaboración y conserva de las aceitunas. Y nos anima a seguir mejorando en una práctica ancestral desde la innovación en los procesos y con nuevas propuestas gastronómicas que elevan este producto a la categoría gourmet, como las mermeladas y patés de aceitunas.